Bajo este sugerente título inaugura una exposición el Museo de la Evolución de Burgos, que parece determinado a no limitar sus actividades al período más remoto de la existencia humana. Bestiaria, el descubrimiento de un reino, ofrece “un paseo por el fascinante mundo de la fauna mitológica medieval que, como sabemos, está plagada de monstruos y seres fantásticos, unos con base real y otros nacidos directamente de la calenturienta imaginación de entonces.”
Los bestiarios, en los que se inspira esta muestra, “eran libros ilustrados que intentaban hacer una labor mezcla de ciencia y moral, describiendo animales y plantas pero casi siempre con tintes ajenos a la realidad o interpretados de forma errónea. El unicornio era la idealización de un animal africano nunca visto (el rinoceronte); el pelícano se abría el pecho para alimentar a sus crías con su sangre, el armiño procuraba no manchar nunca su bello pelaje, etc. También había hueco para otras criaturas falsas o legendarias. El dragón es el caso típico, aunque lo más habitual eran los seres de la mitología clásica: las arpías, el ave Fénix, el basilisco, las sirenas… Muchos de ellos se perpetuaron en las creencias populares y supersticiones hasta hace relativamente poco.”
Muchos de estos animales, desechada su existencia real con el avance de la ciencia, mantuvieron un importante papel como símbolos de unos determinados significados que la tradición les había hecho encarnar. Es posible rastrear su uso hasta nuestros días, por ejemplo, en la iconografía cristiana. En ella, el pelícano se convierte en símbolo de Cristo entregándose en la Eucaristía; el dragón en animal demoníaco; el grifo, en símbolo cristológico, por aunar en sí dos naturalezas, la humana (el león) y la divina (el águila).
Si se acerca a Burgos el lector a ver esta interesante exposición, recomendamos que complete el viaje con una visita a la Catedral, donde podrá ver una nutrida muestra de la aplicación que tuvieron estos bestiarios. Dentro de las piezas del Museo Catedralicio, como no podía ser de otra manera, le invitamos a contemplar la custodia procesional y políptico expositor que Félix Granda realizara para el templo. En él, el artista fundador de los Talleres de Arte dio rienda suelta a su imaginación, incorporando el simbolismo desarrollado por la tradición cristiana a lo largo de los siglos.
La exposición puede visitarse desde enero hasta el próximo mes de septiembre.
Fuente: La Brújula Verde