Esta semana publicaba el Diario de León la noticia de varias subastas de la obra del maestro del Gótico Nicolás Francés, las próximas de las cuales tendrán lugar en Nueva York por mediación de las famosas casas Christie’s y Sotheby’s:
“[En Sotheby’s] tienen prevista la venta, el 29, de una espectacular crucifixión asimismo atribuida a Nicolás Francés. El panel, de 58,3 por 69,2 centímetros, muestra a Jesucristo en la cruz junto a la Virgen María, Nicodemo, José de Arimatea y otros personajes, y sale a la venta, también en Nueva York, con un precio inicial de 80.000 dólares (67.600 euros). De la misma manera que en el caso de La misa de San Gregorio, la pieza sobre cuya subasta alertó ayer el Diario, la casa recalcó la maravillosa factura de la obra —la recoge dentro del apartado Maestros de la pintura— y recordó que Nicolás Francés, pese a su origen posiblemente borgoñón, fue el principal artista del reino leonés entre 1434 y 1468, y el artífice del antiguo y en gran parte perdido retablo catedralicio.”
El periódico leonés manifiesta, con toda su razón, su sorpresa por el alto precio al que salen a subasta estas obras de arte, y que según informa, en el caso de La misa de san Gregorio “oscila nada menos que entre los 300.000 y los 500.000 dólares (254.000-423.000 euros)”. Un precio sin duda llamativo, dadas las cifras a las que estamos acostumbrados cuando nos referimos a las subastas de arte religioso y sacro, que muchas veces vemos vendido apenas por el valor de sus materiales.
Las tablas de Nicolás Francés han de ser magníficas, pero no dejaremos pasar la ocasión de señalar lo conveniente que sería que otros grandes maestros del arte sacro cobrasen la misma relevancia.